La crisis de salud que ha provocado el Covid-19 ha impactado directamente en las actividades del ser humano, a nivel mundial. Los confinamientos y restricciones de movilidad que han implementado los gobiernos han impactado negativamente en la actividad económica de casi todos los sectores, dejando a innumerables empresarios y empleados con ingresos reducidos, en el mejor de los casos, ya que ha medida que continúa la pandemia en nuestro país, se hace patente el cierre de micro, pequeñas y grandes empresas y el desempleo.
Según datos de más de 500 evaluaciones a organizaciones analizadas por Confío en transparencia y buenas prácticas, en promedio, éstas obtienen el 85% de sus recursos de fuentes privadas, ya sean por donativos de empresas, fundaciones, personas, la venta de productos o servicios y por cuotas de recuperación, donde estas últimas representan un 11% de dicho porcentaje. En contraparte, los ingresos públicos de estas organizaciones representan un 15% de los ingresos.
El panorama actual del apoyo público económico a las OSC en México no ha cambiado mucho en un cuarto de siglo respecto a nuestro grupo de referencia, pues según un estudio de 1995 de la Universidad de John Hopkins en México, en aquél entonces representó el 8.5% de los ingresos de las organizaciones, lo que nos habla de un panorama desalentador, más aún cuando la política pública federal inhibe y deja de lado la propia Ley Federal de Fomento a las Actividades de las Organizaciones de la Sociedad Civil y la regulación fiscal incrementa su complejidad para las OSC.
Los datos de diversas fuentes indican que, históricamente, las OSC dependen de los ingresos de los particulares, de sus usuarios, de las personas, de sus empresas y sus fundaciones, lo que en el contexto económico actual representa una gran amenaza para supervivencia de las organizaciones, pues solo para el año 2020, la economía mexicana se contrajo en un 8.5%, según datos del Instituto Nacional de Geografía e Informática, INEGI, lo que sería uno de los peores escenarios desde la Gran Depresión de 1929, en ya de por sí un mal desempeño económico de los años anteriores.
Hoy en día, son pocas las personas que pueden refutar que su situación económica es mejor que antes de la llegada del coronavirus de 2019, que sus empresas tienen más ventas, o que las familias tienen la misma cantidad de ingresos o que hay menos pobreza.
¿Qué significa esto para las organizaciones sociales en el contexto económico actual? Durante el verano del año 2020 la Junta de Asistencia Social Privada del Estado de Chihuahua publicó el resultado de investigación de los efectos de la pandemia en cien OSC, cuyos hallazgos indicaron que las organizaciones, solo en los primeros 3 a 4 meses de pandemia, habían tenido una cancelación del 58% de donativos que ya tenían considerados recibir, que el 25% estimaba presentar decrementos del 26 al 50% de sus ingresos y que el 17% estimaba presentar estas disminuciones por encima del 50%.
La confianza: una característica que todos desearíamos tener en tiempos de crisis
La confianza, se construye con el paso del tiempo, respetando las normas, los acuerdos, con el cumplimiento de promesas, con honestidad, y en el caso de las organizaciones, también con transparencia y rendición de cuentas adecuada.
En la medida que las organizaciones de la sociedad civil hayan trabajado por construir y acrecentar su confianza en el pasado, podrán tener en el presente este activo intangible tan valioso, cuya virtud detona la colaboración, y con ello una posibilidad más para enfrentar y superar la crisis económica que ha traído el nuevo coronavirus.
En Chihuahua, a la fecha, existen más de 110 organizaciones de la sociedad civil participando en el Modelo de Transparencia y Buenas Prácticas de Confío, lo que representa aproximadamente a una cuarta parte de las donatarias de la entidad autorizadas por el Servicio de Administración Tributaria (SAT) para emitir recibos de donativos deducibles del impuesto sobre la renta, algunas de las cuales empezaron su participación voluntaria desde hace 10 años en el modelo, con el compromiso de ser evaluadas externamente con indicadores aceptación internacional y con el gran desafío de hacer público el resultado de la evaluación, a través de www.confio.org.mx, independientemente de los resultados encontrados en la evaluación. Estas organizaciones, hoy por hoy, utilizan la herramienta para comunicar a sus grupos de interés, y aquellos nuevos donantes que exploran, que son organizaciones que a las pruebas se remiten y que ponen a la transparencia y la rendición de cuentas como valores fundamentales de su operación.
Se trata de organizaciones exitosas, que los donantes prefieren por sus atributos organizacionales que favorecen su sustentabilidad en el tiempo, y, por ende, por ofrecer la mayor rentabilidad que puede tener un donativo y que solo se logra en el largo plazo: el impacto y la transformación social.
En el estado de Chihuahua, y con el apoyo principal de los empresarios chihuahuenses, a través de la Fundación del Empresariado Chihuahuense, A.C. (Fechac), y la colaboración Fundación Rosario Campos de Fernández y Tec de Monterrey, Confío ha implementado durante una década procesos de diagnóstico inicial y de seguimiento a de más de 470 organizaciones, lo que representa alrededor de un 60% de las organizaciones activas de la entidad, para retroalimentar a sus órganos de gobierno y directivos acerca de sus áreas de oportunidad en la transparencia y buenas prácticas de sus organizaciones. Aquellas que han participado de estos diagnósticos, que indican tener una mayor implementación de los principios, son de los municipios de la región centro y sur del estado, mientras que la región norte sigue muy de cerca este nivel de resultados.